No tires la toalla (Carta a M.)

    


Querido M.:

    Me cuentas lo mal que lo estás pasando con tu hijo. Que no quiere hablar contigo. Que no quiere ir a tu casa el fin de semana que le toca. Que cuando le llamas por teléfono no te contesta. Que si contesta su conversación es seca, cortante. Que a veces te reprocha que no eres un buen padre. Que te dice que no tienes ni idea de su vida. Que le dejes en paz.

    Dices que, al principio de la separación, de niño, no se quejaba de las visitas los fines de semana. Incluso hacíais planes juntos y él disfrutaba. Me enseñas las fotos para demostrármelo, pero no hace falta. Sé que hubo buenos momentos.

    Apuntas que la cosa empezó a enfriarse en la ESO. A partir de segundo empezó a rezongar cuando tenía que ir contigo. Que si no puedo estar con mis amigos, que si tengo competición, que si no puedo jugar a la “play” … Insistiendo un poco vencías su resistencia inicial y te parecía que el fin de semana iba bien.

    La resistencia se endureció, caíste en la tentación de comprarle una maquinita con la esperanza de que fuese más animado a tu casa y al principio funcionó. Sólo al principio. Ahora que tiene 15 años ya no quiere ir contigo. Dices que pasa también de tus padres, sus abuelos, que a veces te preguntan por él y no sabes ni qué decirles, porque si les dices que llevas dos meses sin verle se van a llevar un mal rato. Y tú te desesperas.

    Las últimas veces el chico se pasaba el día en el sofá con el móvil, pasaba de los planes que le proponías, te contestaba malhumorado que no fueras pesado cada vez que le preguntabas por los estudios, te saltaba que le dejaras en paz cuando intentabas hablar con él o le pedías que recogiera sus cosas.

    Estás pensando en mandarle a hacer puñetas. En decirle que no vas a insistir más, que ya estás harto de sus desplantes, que no le vas a volver a llamar para no molestar, que te llame él cuando quiera volver a hablar contigo…

    ¿Qué te puedo decir? Que no tires la toalla. Entiendo que a veces te desesperas, que el chico puede ser muy duro, seco, despectivo incluso. Pero no tires la toalla.

    La separación para él fue difícil. Sé que también para ti lo ha sido, que ahora harías las cosas de manera diferente. Que muchos días piensas que cuando era pequeño tenías que haber estado más pendiente de él y menos de tu móvil y de ti mismo. Dar marcha atrás no es posible. Lo que sí es posible es pensar qué hacer hoy.

    Pues eso, no tires la toalla. Flexibiliza los lazos, pero no los cortes. Acepta que el chico quiere distancia ahora, pero mantén un hilito de comunicación. Explora formas nuevas de estar en contacto. Tómate tu tiempo para respirar hondo si lo necesitas. Llámale de vez en cuando. Mándale un guasap, un meme de esos que sabes que le hacen gracia. Dale la enhorabuena cuando gane su equipo de fútbol. Si no quiere ir contigo el fin de semana, queda un ratejo con él. Pero no tires la toalla. Si ahora se corta ese hilito, mañana será muy difícil volverlo a tejer.

    Vuelve a tenderle la mano. Quizá no la coja con fuerza como hacía cuando era pequeño para que le lanzaras al aire. Pero necesita ver tu mano tendida. Aunque no lo sepa. Aunque la rechace. Necesita verla tendida. La adolescencia irá quedando atrás y seguirá necesitando a su padre. Y tal vez entonces lo sepa. Aunque no lo diga. Si tu mano permanece tendida puede que la vuelva a coger para acompañarte al fútbol, o simplemente acercarse un rato a ver a los abuelos. No tires la toalla.

Publicado originalmente en Iglesia en Valladolid en marzo de 2021.

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