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Mostrando las entradas etiquetadas como conflictos

Buscar la migaja del otro

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Iba a escribir sobre la capacidad de escuchar. Es un tema al que dedico algún rato de vez en cuando: le doy una vuelta, leo algo sobre el tema, converso con algún amigo… Pero me resulta especialmente difícil escribir sobre esto en estos días en los que por todos lados aparecen personas que expresan su opinión sobre la situación política actual: en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las reuniones familiares, en la frutería, en el súper cuando se encuentran dos amigos, en los lugares de trabajo, en los grupos de guasap… Es un no parar. Pero tengo que cumplir con mi entrega para esta revista y entonces me siento e intento escribir algo sobre la importancia de escuchar y no puedo dejar de escuchar las voces de los posibles lectores en mi cabeza. Les confesaré que cuando leo un libro me imagino hablando con el autor, haciéndole preguntas o llevándole la contraria en algo. Lo mismo me pasa cuando escribo, que imagino al lector hablando conmigo y a mí respondiendo ...

Aprende de Duplantis y no quites el colchón.

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     ¿Que quién es Duplantis? El campeón olímpico de salto con pértiga y récord del mundo.  Para los que  leéis esto y esta mañana ante el espejo habéis peinado alguna cana, Duplantis es el equivalente actual a Sergei Bubka, que igual os suena más. El salto con pértiga consiste en saltar un palo colocado en horizontal, ayudándose de un palo flexible. Seguro que alguna vez lo has visto, aunque sea en la tele. El récord del mundo lo tiene Duplantis con 6,27 metros de altura, casi nada.      ¿Qué es lo que hay que aprender de Duplantis? Una cosa esencial, que cae siempre en un colchón. Se prepara, coge carrerilla mientras sujeta la pértiga en alto, la clava en el suelo doblándola, se apoya en ella para intentar superar la barrera y cae desde una altura considerable. Todo esto lo hace porque sabe que abajo le espera un mullido colchón. Y sabe que después de caer, se levantará, cogerá de nuevo la pértiga y podrá volver a hacer otro salto.    ...

“Perdóname, por quererte igual que antes”

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     La frase forma parte de una canción de Amaral titulada “ Perdóname ”. (En realidad, la frase no es así, textualmente dice “discúlpame por quererte igual que antes”, pero me voy a permitir el atrevimiento de sustituir ese “discúlpame” por un más contundente “perdóname” sin traicionar el espíritu de la canción).      La canción expresa el arrepentimiento de una persona por los errores cometidos en una relación que se deteriora. Algunas pueden sonar reconocibles: “perdóname por todos mis errores, por mis mil contradicciones”. La mayoría de las personas podemos reconocer errores que hemos cometido en nuestras relaciones. Esto no es especialmente novedoso, aunque es muy saludable.      Lo que resulta verdaderamente original es expresar arrepentimiento porque el amor sea igual que al principio. Esto encierra una carga de profundidad que vamos a intentar desentrañar.      Está muy asumido socialmente que el amor se vive en una tr...

Dile cuál es tu 1%

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     Me llamas para contarme la tremenda bronca que habéis tenido y dices que lleváis sin hablaros desde entonces. Nada más que para organizaros con los niños, las compras y las tareas de casa. Pero no habéis vuelto a hablar del tema. Tú estás cabreado: que si mira como te habló ella, que fíjate lo que te dijo delante de todos, que podía haberte hablado de otra forma, que no tiene derecho a tratarte así, que estás harto... Te escucho y creo entenderte más o menos. Seguramente tienes tus motivos para haberte enfadado. Ahora me preguntas qué hacer, que no te gusta llevar así varios días, que encima ella se ha enfadado porque tú te enfadaste y así la cosa se va enfriando cada vez más. Me preguntas cómo volver a la calma, cómo limar asperezas, cómo derretir el hielo. Recuerdas algún otro episodio parecido a este. Cuando has vuelto a sacar el tema, habéis vuelto a discutir, prorrogando así en el tiempo este desierto polar. Así que de ninguna manera crees que sea una buena id...

¡Bendita paradoja!

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 ¿Los adolescentes son insoportables o encantadores? Este verano escuchaba a Jaume Funes, un  auténtico sabio, hablando de cómo acompañar la adolescencia hoy. Me resultó interesantísimo. Hubo una expresión que me llamó la atención, me hizo pensar dándole vueltas durante todo el verano hasta parir esta pequeña reflexión que hoy les comparto. Comentó Funes refiriéndose a los adolescentes que eran encantadoramente insoportables. Automáticamente se produjo una risita de asentimiento entre el público, que se sintió identificado con esa expresión. Me llamó la atención tanto la expresión como el asentimiento del público. Los que hemos transitado por la adolescencia de nuestros hijos, hemos acompañado a padres de adolescentes o hemos trabajado con adolescentes, sabemos que a veces te dan ganas de estrangularlos, por ejemplo, cuando miras el desorden de su habitación, traen las notas del instituto o te dicen “ya voy” y no van. Otras veces te dan ganas de abrazarlos, como cuando res...

Hablemos bien de la ira.

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       L a ira tiene mala prensa. Seguramente es la emoción peor vista de todas. Culturalmente, rechazada. Educativamente, reprimida. Religiosamente, culpabilizada. Aunque el evangelio en más de una ocasión nos muestra a Jesús enfadado (“¿hasta cuándo os tendré que soportar?” les dice a los apóstoles en Mt, 17, 17). La ira se ha entendido mal y se ha tratado peor, normalmente por miedo a sus efectos.      Si comprendemos que cada emoción nos habla de nosotros mismos la ira nos comunica que un bien es importante para nosotros. Además, nos proporciona la energía para luchar contra lo que ataca a ese bien. Lo razonable es que los bienes que consideramos atacados sean propios, de otras personas o colectivos. Si solo nos encolerizamos por cosas propias seguramente nos falta algo más de presencia de los otros en nuestra vida.      Como decía, la ira nos proporciona la energía necesaria para defender el bien que vemos atacado. Nos mueve. (La...

Examinemos nuestra herencia… emocional.

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     Una de las cosas que nos suelen dejar nuestros padres en herencia es un estilo emocional, una manera de relacionarnos con las emociones. Siguiendo a John Gottman podemos describir cuatro estilos emocionales.       El primero de ellos sería el estilo directivo. Es aquella manera de situarse ante las emociones que las reconoce y las nombra como una primera manera de hacerse cargo de la emoción. Pero no se queda solo en eso, sino que además de reconocerla y validarla, ofrece una guía de comportamiento ante esa emoción al tiempo que le pone algún límite a su expresión. “Entiendo que estás enfadado, pero no puedes dar patadas a las cosas, cuando estés calmado hablamos de lo que ha pasado”. Este tipo de guía no siempre conduce directamente a una respuesta adecuada en el otro, pero al menos ofrece el modelo por el cual se le capacita para desarrollar formas de afrontar sus emociones y decidir cómo comportarse ante ellas. Las personas que se han criado en...

El problema de espiritualizar el problema.

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       En una ocasión le preguntaron a don José Delicado, siendo arzobispo de Valladolid, qué vela era mejor para evitar los nublados. Contestó que “si uno se encuentra en la calle bajo un nublado que puede descargar es preferible, si no quiere mojarse, llevar un paraguas y no una vela encendida”. Don José iniciaba con esta anécdota en 1980 una carta pastoral en la que reflexionaba sobre la relación entre la fe y el desarrollo científico y técnico. Traigo esta anécdota a colación porque espiritualizar los problemas que nos presenta la vida es una forma errónea de afrontarlos.  En la vida afrontamos dificultades de distinta índole: crisis en el matrimonio, decisiones de los hijos que considero erróneas y que pienso que les van a causar dolor, una enfermedad, problemas laborales, la muerte de un ser querido, dificultades en la comunidad a la que pertenezco, problemas sociales o políticos… Hay veces que en ambientes católicos se entiende, por ejemplo, la enf...

Tragicomedia de los Aglutinassi y los Desapegatto (y II)

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                   En el artículo anterior dejábamos a Romeo Aglutinassi y Julieta Desapegatto comenzando su conflicto en la preparación de su boda. Provienen de familias muy diferentes, los Aglutinassi son una familia superunida. Los Desapegatto van un poco cada uno a lo suyo. Julieta no soporta la mínima intromisión de nadie que no sea Romeo en las decisiones sobre cómo celebrar su matrimonio. Eso es interpretado por los Aglutinassi como un desprecio descomunal a toda la familia y presionan a Romeo para que haga que Julieta ceda y se deje aconsejar por los Aglutinassi respecto de detalles concretos de la boda. Romeo empieza a verse entre la espada y la pared. Quiere a Julieta, pero le pesa como una losa la lealtad a los Aglutinassi. Trata de hablar con ella, pero ella le ve falto de carácter respecto de su familia de origen. No sabe imponerse y eso, para un Desapegatto es de las peores cosas que te pueden pasar, porque están acostumbra...

Tragicomedia de los Aglutinassi y los Desapegatto (I)

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Son dos familias muy diferentes, que no es que se lleven mal como los Capuleto y los Montesco de Romeo y Julieta, sino que son radicalmente distintas. Los Aglutinassi son una familia unida, siempre lo han sido. Pasan mucho tiempo juntos. Se reúnen todos los domingos a comer y quedan alguna vez más entre semana. Tienen sus propios rituales, muy marcados. Siempre han celebrado las cosas de la misma manera y les encanta no variar. Como alguien proponga una pequeña variación en la forma de celebrar la Nochebuena, inmediatamente todos se le echan encima. Lo pasan como enanos recordando momentos en común. Se cuentan todo unos a otros, los pequeños avatares de la vida y las grandes decisiones a las que se enfrentan. Se dan consejos mutuamente, aunque no se los pidan, pero es su forma de decir al otro que me importa, que le tengo en cuenta. Conocen el estado de ánimo de cada miembro. Cuando un Aglutinassi enferma, recibe el cuidado y la atención del resto de los miembros. El dolor de uno l...

Cuando la enfermedad visita a la pareja

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  El impacto de una enfermedad en una pareja trastoca de forma clara la síntesis entre intimidad y autonomía a la que una pareja o matrimonio ha llegado a lo largo de su recorrido vital.  Si pudieron hacer esa síntesis como pareja desarrollando las herramientas necesarias para conseguirla, es posible que en medio de la enfermedad puedan realizar los ajustes adecuados que la enfermedad requiere y que pueden ser cambiantes a lo largo de su evolución. Para ello es imprescindible entender que la enfermedad no es incompatible con el amor. Que es posible el amor en medio de ella, no solo por parte del miembro sano, que se convierte la mayor parte de las veces en el cuidador principal, sino también por parte del enfermo, que no pierde su capacidad de entrega y de acogida. Una de las tareas que ayudan a realizar esa síntesis entre intimidad y autonomía es la de abordar de forma realista las expectativas que cada uno de los miembros de la pareja tiene acerca del otro y cómo se ...

El desastre de la compensación habitual

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     Casarse tiene sus inconvenientes. Es así. Eliges a una persona y desechas a otras. Esa persona tiene sus defectos. Esos defectos a veces te hacen sufrir. No siempre los llevas con alegría. Hay veces en las que te sientes poco correspondido, cuestionado, abandonado, solo, dominado, criticado, rechazado o controlado. ¿Qué pasa cuando te sientes así? ¿Qué haces? ¿Cómo reaccionas ante tu propia reacción? Una manera desastrosa es la compensación habitual.      Partamos de que en la relación no es raro que busques un cierto equilibrio entre lo que das y lo que recibes. Estás dispuesto a dar apoyo al otro en sus dificultades y esperas cierto apoyo del otro cuando te vienen mal dadas. Estás dispuesto a dar afecto al otro y esperas cierto afecto del otro. Si te dedicas a medir, contar, calcular lo que das y lo que recibes, el matrimonio no llega a ningún lado. Pero lo normal es esperar que el matrimonio sea una especie de “toma tú y dame a mí”.    ...

Treinta y siete pequeñas maneras de estorbar

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     Una vez leí un hermoso texto de José Luis Martín Descalzo titulado Veinticuatro pequeñas maneras de amar, muy recomendable, por cierto. En él desgranaba de forma amable y concreta, veinticuatro maneras de amar a los que están a nuestro alrededor. Como yo no llego a la altura de Martín Descalzo ni de broma, me cuesta escribir algo parecido a eso. Pero, sin embargo, no me resulta demasiado difícil hacer una lista de las maneras de estorbar que tiene la gente.  Aquí van treinta y siete:  Aparcar el coche en la calle o en un aparcamiento ocupando dos plazas. Hablar, hablar y hablar sin escuchar. Pararse en medio del pasillo en el supermercado con el carrito cruzado impidiendo el paso al resto de clientes. Ceder a todos los caprichos de los hijos. Caminar cambiando de dirección de golpe sin mirar si viene alguien por detrás. Ir con el paraguas abierto por los soportales en día de lluvia. Regalar un móvil a un niño por su primera comunión, es decir, con 8 años....

Elogio de la pausa

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     Me gusta el fútbol. No me paso el día viendo partidos, ni me cojo un cabreo monumental cuando pierde mi equipo, el Valladolid, pero me gusta el fútbol. Algunos de los recuerdos más nítidos de mi infancia están ligados al fútbol: aquel balón lanzado por Platini que se cuela por debajo de Arconada en la final de la Eurocopa del 84. El 12 a 1 contra Malta. El penalti fallado por Eloy contra Bélgica en el Mundial del 86. O en el ámbito local, la Copa de la Liga ganada por el Valladolid en el 84 o la final de la Copa del Rey perdida en el 89.      Esos son los de la infancia. Pero hay un recuerdo que destaca sobre todos los demás, un recuerdo más cercano: el Mundial de Sudáfrica en 2010, cuando fuimos los mejores. Y un momento clave: el gol de Iniesta. La tensión previa al remate, los saltos de alegría cuando el balón llega a la red, los abrazos, los nervios hasta que terminó el partido… Inolvidable.      Tiempo después escuché a Iniesta cont...

Pertenecer

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    La familia nos proporciona muchas cosas importantes a lo largo de la vida. Una de ellas es el sentido de pertenencia.      El sentido de pertenencia es aquello por lo cual nos sabemos y nos sentimos miembros de una comunidad que nos trasciende, que va más allá de nosotros mismos. Este trascendernos tiene lugar tanto física como temporalmente. Físicamente porque se nos evidencia que no estamos solos ante el mundo, que hay otros a nuestro lado y que formamos una comunidad. Temporalmente porque esa comunidad existía antes de mi llegada y tendrá su continuidad con mi salida y la nueva comunidad que yo construya.      A través de este sentido de pertenencia llegamos a saber y a sentir que soy querido y que se me quiere como miembro de esa comunidad. Que soy aceptado e integrado en esa comunidad que es mi familia.      Este sentido de pertenencia se expresa en el abrazo y el cuidado con que se recibe al bebé al nacer. En el abraz...

Entrevista en Onda Cero Valladolid sobre la convivencia en las celebraciones familiares de Navidad.

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Entrevista en Onda Cero Valladolid el 31/12/2021 sobre la convivencia en las celebraciones familiares de Navidad. Puedes escucharlo aquí a partir del minuto 48:20.

¿Convivir antes de casarse?

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     Hemos hablado a veces de lo de convivir juntos antes de casarse. Es un tema bien interesante y una realidad social evidente. No sólo ha descendido el número de parejas que decide casarse, por la Iglesia o por lo civil, sino que la mayoría (no tengo el dato, pero me fío de lo que veo a mi alrededor) de los que se casan, llevan un tiempo conviviendo y muchos de ellos tienen hijos. No es que yo quiera convencerte de que te cases sin convivir antes, no. Me parece más importante hablar del fondo del tema y que tomes la decisión que creas que debes tomar.           Me dices que convivir antes de casarse te parece imprescindible, porque casarse es una cosa seria y no puedes tomar la decisión sin conocer realmente al otro. Que solo se le conoce bien conviviendo con él. Que es en la intimidad donde el otro se muestra realmente como es. Y que a partir de ahí se toma la decisión con mucha más claridad. Que conoces muchos casos de matrimonios que se...

La comunicación no sirve para evitar los conflictos

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     Una de las ideas que más daño han hecho a las relaciones de pareja es eso de que la comunicación es una herramienta para llegar a acuerdos y resolver conflictos. La terapia de pareja clásica contribuyó a extender esa idea, ya que era uno de los tres ejes sobre los que actuaba: entrenamiento en comunicación, en negociación y en resolución de conflictos.      ¿Por qué es una de las cosas que más daño han hecho? Porque ha extendido la creencia de que, si hablamos de un tema y llegamos a unos acuerdos, los vamos a cumplir y así se acabarán los problemas. Ha generado la expectativa de que, hablando las cosas, se previenen y evitan los conflictos. Cuando la realidad es que eso no pasa.      La realidad más bien se parece a esto: hablamos de nuestros problemas, si estamos en una buena situación, somos capaces de expresarnos y de escuchar; en el mejor de los casos hasta nos ponemos de acuerdo en lo que tenemos que hacer de ahora en adelante. Emp...

“Nosotros esperábamos…”

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          Llegaste al matrimonio con tus expectativas. Querías que el otro fuera tu confidente. Que fuese la persona en la que apoyarte en los momentos de dificultad. Quien te levantase el ánimo cuando estabas flojo. Que los demás viesen que podías formar una familia. Que adivinase tus necesidades y diese respuesta a ellas sin tener que decírselo. Que tuviese iniciativa. Que fuese un padre dedicado o una madre amorosa para vuestros hijos. Que fuese alguien de quien caminar orgulloso de la mano por la calle.      ¿De dónde salieron esas expectativas? ¿Cómo se fueron configurando en tu mente y en tu vida?      Tal vez influyó tu historia familiar. La manera en que tus padres se trataban entre ellos hizo que fueses definiendo cómo esperabas que fuese tu matrimonio. Tal vez anhelabas que el otro nunca actúe de tal manera, porque no quieres que se repita en tu matrimonio la forma en la que se han tratado tus padres. Quizá el asunto ...