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Mostrando las entradas etiquetadas como adolescencia

¡Bendita paradoja!

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 ¿Los adolescentes son insoportables o encantadores? Este verano escuchaba a Jaume Funes, un  auténtico sabio, hablando de cómo acompañar la adolescencia hoy. Me resultó interesantísimo. Hubo una expresión que me llamó la atención, me hizo pensar dándole vueltas durante todo el verano hasta parir esta pequeña reflexión que hoy les comparto. Comentó Funes refiriéndose a los adolescentes que eran encantadoramente insoportables. Automáticamente se produjo una risita de asentimiento entre el público, que se sintió identificado con esa expresión. Me llamó la atención tanto la expresión como el asentimiento del público. Los que hemos transitado por la adolescencia de nuestros hijos, hemos acompañado a padres de adolescentes o hemos trabajado con adolescentes, sabemos que a veces te dan ganas de estrangularlos, por ejemplo, cuando miras el desorden de su habitación, traen las notas del instituto o te dicen “ya voy” y no van. Otras veces te dan ganas de abrazarlos, como cuando res...

Una pelota que se aleja, un dedo al que agarrarse y un camino por recorrer.

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     Es una pelota de tenis de esas amarillas. El niño, de unos dos años, juega con ella junto a sus padres mientras estos contemplan un espectáculo en la calle. La madre sostiene en brazos a su hija pequeña y el padre interactúa con el niño mientras mira de reojo el espectáculo. Cuando el niño le ofrece la pelota, la recoge y se la devuelve. El juego es sencillo. A veces, para complicarlo un poco más, el padre esconde las dos manos en su espalda, una de ellas con la pelota, la cambia de mano y enseña, ahora vacía, la mano que tenía la pelota. El niño primero se sorprende y después adivina que la pelota no ha desaparecido, así que señala la mano del padre que aún queda en la espalda e inmediatamente el padre la muestra la mano con la pelota.  Entonces el niño estalla en una carcajada alegre al adivinar la travesura del padre.                 De vez en cuando el niño interrumpe el juego par...

¿Quién quiero que me influya?

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Influir, “ejercer predominio, o fuerza moral” según la RAE, es algo que pretenden la mayoría de los padres sobre sus hijos, los profesores sobre sus alumnos, los médicos sobre sus enfermos, los psicólogos sobre sus pacientes, los curas sobre sus feligreses, los gobernantes sobre sus gobernados, los maridos sobre sus mujeres y viceversa, los medios de comunicación sobre sus seguidores... De hecho, se le suele dedicar bastante esfuerzo a cómo influir: cursos de formación sobre persuasión para sanitarios, escuelas de padres, cursos de oratoria, masters de comunicación política… Se escriben libros, se graban vídeos y audios, se hacen entrevistas a personas que saben del tema, buscando la respuesta a la pregunta de cómo influir más y mejor. Lo normal es que tratemos de influir a nuestro alrededor y que nos preguntemos cómo hacerlo. La capacidad de influir genera poder y el poder, como dice Armando Zerolo en su libro Época de idiotas, “está en la naturaleza humana y gran parte de la tr...

¡Tienes que poner más atención!

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Mientras escribo estas líneas me viene a la cabeza que tengo que mandar un guasap a una persona  para recordarle una cosa. Cojo el móvil, y al desbloquearlo veo que tengo varios mensajes. Los leo, contesto algunos de ellos, uno me lleva a una red social, me entretengo un rato en ella y tiempo después, sin haber escrito a esa persona, dejo el móvil intentando recordar para qué lo he cogido, con la conciencia clara de que lo he olvidado y habiendo perdido el hilo de lo que estaba escribiendo. ¿A nadie más le ha pasado? Es fácil echarse la culpa a uno mismo: “me he vuelto a liar”, “si fuera capaz de prestar más atención y no distraerme tanto…” Cuando me siento con ánimos me hago el propósito de de ser más consciente de lo que hago y distraerme menos. Cuando estoy desanimado, preocupado o cansado, me dejo llevar, “de perdidos, al río”. Si, como me temo, esto no me pasa solo a mí, me pregunto si entre las muchas crisis que atraviesa nuestro mundo, la crisis atencional no es una de...

Pertenecer

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    La familia nos proporciona muchas cosas importantes a lo largo de la vida. Una de ellas es el sentido de pertenencia.      El sentido de pertenencia es aquello por lo cual nos sabemos y nos sentimos miembros de una comunidad que nos trasciende, que va más allá de nosotros mismos. Este trascendernos tiene lugar tanto física como temporalmente. Físicamente porque se nos evidencia que no estamos solos ante el mundo, que hay otros a nuestro lado y que formamos una comunidad. Temporalmente porque esa comunidad existía antes de mi llegada y tendrá su continuidad con mi salida y la nueva comunidad que yo construya.      A través de este sentido de pertenencia llegamos a saber y a sentir que soy querido y que se me quiere como miembro de esa comunidad. Que soy aceptado e integrado en esa comunidad que es mi familia.      Este sentido de pertenencia se expresa en el abrazo y el cuidado con que se recibe al bebé al nacer. En el abraz...

Sentir diferente, olvidar lo sucedido, hacer ver algo y otras misiones imposibles.

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     Cuando tenemos deseos de cambiar algún aspecto de nuestra vida, lo primero que tenemos que tener en cuenta es si aquello que deseamos cambiar es una acción voluntaria o involuntaria.      Me explico. No todas las acciones que realizamos son voluntarias. Algunas no dependen de nuestra voluntad. Por ejemplo, dormir, sentir, olvidar, tener ganas… Algunas veces nos gustaría cambiarlas porque no nos convence cómo funcionan, por ejemplo, me gustaría dormir mejor. Otro ejemplo, me gustaría que las cosas no me afecten. Otro más, me gustaría olvidar lo que pasó. El último, me gustaría volver a tener las ganas que tenía de hacer cosas, antes de que pasara todo esto.      Estas cuatro acciones: dormir, sentir, olvidar, tener ganas, son acciones involuntarias. ¿Qué quiere decir esto? Que al no depender de nuestra voluntad no podemos controlarlas. Para muestra un botón. Si estás leyendo esto sentado, prueba a ponerte de pie. Lo normal (salvo alguna c...

Denigración del elogio

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       “¡Ojo con la autoestima de los niños y adolescentes! Es muy frágil y se rompe con facilidad. Hay que potenciarla con elogios para que no se venga abajo”. Esto no es una regla universal, pero mucha gente cree que sí. Que hay que elogiar sin medida a los niños y jóvenes para que su moral no se resienta, para que no se vengan abajo. Especialmente cuando las cosas salen mal, para que no se frustre. “Qué bien lo has hecho” se le dice al niño que no ha dado ni una en un examen. “Has estado muy bien” se intenta animar a la niña que ha hecho un pésimo partido de baloncesto. “Lo has hecho genial” se miente al niño que ha perpetrado una pieza musical con su instrumento. Si el niño tiene una inteligencia normal y es consciente de que lo ha hecho mal, el adulto perderá credibilidad ante sus ojos. “Mi padre dice que lo he hecho fenomenal, pero en realidad me ha salido mal. O me está mintiendo o no se entera”. Cualquiera de las dos conclusiones es mala. Si piensa que ...

¿A quién quieres más?

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     (Advertencia previa: Este artículo no se refiere a separaciones extremadamente conflictivas donde hay negligencia o maltrato hacia los hijos, sino a las más frecuentes, que provienen del deterioro de la relación entre los cónyuges)      Quizá hayamos escuchado a un adulto hacer esta estúpida pregunta a un niño, poniéndole en la disyuntiva de elegir entre sus padres. La pregunta es estúpida porque transmite una concepción del amor como algo finito que se reparte, según la cual, lo que le das a una persona se lo restas a otra. El amor no funciona así.      Aunque hay un caso en el que esta pregunta deja de ser estúpida y se convierte en dramática: cuando es el propio niño el que se la hace a sí mismo. Y hay una situación en la vida de los hijos que facilita que surja esa pregunta: la separación de los padres.      Cuando esto sucede, los hijos pasan a ocupar una posición intermedia entre ellos, mucho más que antes de la sep...

Conviértete en un auténtico detective... de tu hijo

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     ¿Estás preocupado por tu hijo adolescente? ¿Crees que tiene amistades que no le convienen? ¿No sabes muy bien qué hace tanto tiempo con el móvil?... Soluciona todos tus problemas convirtiéndote en un auténtico detective privado.      En la agencia de detectives privados CONTROLADORES S.L. te ofrecemos un cursillo acelerado de vigilancia y espionaje de nivel profesional que te capacitará para tener absolutamente controlado a tu hijo mediante:      - Seguimiento de cada movimiento de tu hijo. Aprenderás a seguirle de forma indetectable siempre que esté fuera de casa para comprobar las zonas que frecuenta, qué tipo de gente hay por ahí y lo que hace en cada momento. También utilizamos aplicaciones de rastreo que te permitirán seguir en tiempo real los movimientos de tu hijo y así podrás presentarte de forma imprevista para él en su lugar de ocio y comprobar por ti mismo lo que está haciendo.      - Información detallada de la...

No tires la toalla (Carta a M.)

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     Querido M.:      Me cuentas lo mal que lo estás pasando con tu hijo. Que no quiere hablar contigo. Que no quiere ir a tu casa el fin de semana que le toca. Que cuando le llamas por teléfono no te contesta. Que si contesta su conversación es seca, cortante. Que a veces te reprocha que no eres un buen padre. Que te dice que no tienes ni idea de su vida. Que le dejes en paz.      Dices que, al principio de la separación, de niño, no se quejaba de las visitas los fines de semana. Incluso hacíais planes juntos y él disfrutaba. Me enseñas las fotos para demostrármelo, pero no hace falta. Sé que hubo buenos momentos.      Apuntas que la cosa empezó a enfriarse en la ESO. A partir de segundo empezó a rezongar cuando tenía que ir contigo. Que si no puedo estar con mis amigos, que si tengo competición, que si no puedo jugar a la “play” … Insistiendo un poco vencías su resistencia inicial y te parecía que el fin de semana iba bien. ...

Esa extraña costumbre de exigir responsabilidad al tiempo que la quitamos

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     me gustaría que fuera más responsable con los deberes con el estudio pero de momento me voy a sentar con él para preguntarle qué han hecho en el cole y si ha apuntado todas las tareas en la agenda como no es muy fiable porque me dice que sí y luego es que no voy a preguntar en el grupo de guasap del colegio por los deberes que han puesto y es que no puede ser que no esté pendiente de sus cosas y tenga que andar yo detrás voy a revisar la mochila de mañana no vaya a ser que se le haya olvidado meter el libro de inglés y le vuelvan a poner una nota en la plataforma y me tenga que enfadar con él otra vez es que como no ande yo al tanto no va a llevar la tarea hecha y fácil que le pongan mala nota suspenda se desmotive repita curso deje de estudiar fracase en los estudios y en la vida ¿y entonces? ¿entonces qué? a eso no responde ese psicólogo que se cree tan listo que me dice que no esté tan encima del chico y que le deje un poco de espacio que es que no es tan fácil un...

No te empeñes en transmitir valores, que es peor...

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     A veces a los padres nos gustaría transmitir nuestros valores a los hijos, nuestras formas de pensar y situarnos ante el mundo. Por ejemplo, nos gustaría que fueran austeros y no despilfarraran los bienes materiales. O que valorasen el esfuerzo por encima del resultado. O que vieran lo importante que es la generosidad con los demás.      En algunos casos, este deseo proviene de considerar esos valores como parte del patrimonio familiar que se debe transmitir de generación en generación porque son “los nuestros”. De forma que aquel no tiene esos valores es un poco menos “de los nuestros” que el que se mantiene fiel a ellos y los conserva. Cuando esto sucede, la presión del grupo familiar puede volverse asfixiante para sus miembros y dificultar su desarrollo personal.      En otras ocasiones, simplemente existe el convencimiento bienintencionado de que esos valores son buenos para nuestros hijos, porque han sido buenos para nosotros. Algo ...

Puedes elegir a tus amigos pero no tus responsabilidades

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     Cuando los padres analizamos las razones por las que un adolescente lleva a cabo determinadas conductas como incumplir los horarios, pirarse algunas clases, abusar del alcohol u otras sustancias, no colaborar con las tareas de casa… una de las causas que solemos señalar son las amistades de nuestros hijos. “Desde que sale con esos amigos…”, “se deja influir por los amigos…”, “se junta con lo peor de cada casa…” y frases por ese estilo son utilizadas por aquellos padres, cuyo análisis es que son las amistades las que provocan que el adolescente se comporte así.      Es evidente que a cada uno de nosotros nos influyen las personas de las que nos rodeamos. No es posible que los demás no nos influyan. De hecho, una de las decisiones importantes que tomamos en nuestra vida es quién quiero yo que me influya. La adolescencia es además un momento en el que, entre otras cosas, cambian las fuentes de influencia, de los padres a los iguales.      ¿...

¿Por qué fracasa la economía de fichas?

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     La economía de fichas es una técnica de modificación de conducta utilizada por algunos padres (y promovida por no pocos psicólogos y educadores) en el intento de suscitar determinadas conductas en los hijos. Consiste en elegir la conducta a implementar y seleccionar unos reforzadores que se aplicarán en el caso de que el hijo desarrolle la conducta seleccionada. Por ejemplo: en una hoja se va anotando cada día que el hijo hace la cama (conducta objetivo) y se va marcando con un elemento simbólico (una pegatina, un punto…) Si al cabo de una semana, el hijo ha hecho la cama cuatro días, podrá conseguir una entrada al cine (reforzador).      Muchos padres han utilizado sistemas parecidos a estos en algún momento de la educación de los hijos y han contemplado como fracasaba este sistema. Hay algunas razones de este fracaso que tienen que ver con la utilización de una técnica sin el conocimiento suficiente: se cometen errores de bulto en el uso de los refor...

La historia de una familia plagada de dificultades

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    Conocí una familia con una historia plagada de dificultades. Dificultades como las de tantas otras familias hoy en día. Apenas recién iniciado su matrimonio, el marido tuvo dudas acerca de la fidelidad de su esposa. Ella quedó embarazada de forma inesperada y el marido llegó a enterarse de que él no era realmente el padre.      El embarazo y el parto no fueron sencillos. Ella no se cuidó como debía. Viajó sin importarle su estado. El entorno en el que se produjo el parto no reunía unas condiciones dignas.      La infancia de su hijo no fue fácil. Les dio algún susto de pequeño. En una ocasión incluso aprovechó un viaje familiar para fugarse de su compañía. Eso a pesar de que sus padres trataban de quererle de la mejor forma que sabían, pero ni aún así conseguían hacerle entrar en razón. Desde temprano la madre preveía que ese hijo le iba a hacer sufrir mucho.      Más tarde, el hijo se emancipó y se rodeó de malas compañías...

Mis padres me quieren curar la adolescencia

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     Esa era la exclamación sorprendida de una chica de 15 años. Las quejas de sus padres no sonarán raras: el orden de la habitación, las relaciones con los hermanos, la responsabilidad en el estudio, la falta de comunicación con ellos… nada nuevo bajo el sol.      Pero la chica se sorprendía de que los padres quisieran hacer que las cosas no fueran así. Ella daba por supuesto que todo eso que hacía era consecuencia de tener 15 años y que, por tanto, no era necesario cambiarlo.      La actitud de los padres era preocupada, casi temerosa, de que esos comportamientos fueran agravándose en el futuro, y ya se imaginaban a su hija unos pocos años después, fracasada en los estudios, casi aislada del mundo y con síndrome de Diógenes.      La adolescencia es una etapa de la vida mitificada. Los chavales la ven como la etapa del disfrute y el riesgo, en la que el caos es lo normal y el orden lo extraño. Por eso mismo algunos padres la ...