Dile cuál es tu 1%

    Me llamas para contarme la tremenda bronca que habéis tenido y dices que lleváis sin hablaros desde entonces. Nada más que para organizaros con los niños, las compras y las tareas de casa. Pero no habéis vuelto a hablar del tema. Tú estás cabreado: que si mira como te habló ella, que fíjate lo que te dijo delante de todos, que podía haberte hablado de otra forma, que no tiene derecho a tratarte así, que estás harto... Te escucho y creo entenderte más o menos. Seguramente tienes tus motivos para haberte enfadado. Ahora me preguntas qué hacer, que no te gusta llevar así varios días, que encima ella se ha enfadado porque tú te enfadaste y así la cosa se va enfriando cada vez más. Me preguntas cómo volver a la calma, cómo limar asperezas, cómo derretir el hielo.

Recuerdas algún otro episodio parecido a este. Cuando has vuelto a sacar el tema, habéis vuelto a discutir, prorrogando así en el tiempo este desierto polar. Así que de ninguna manera crees que sea una buena idea acercarte a ella y volver a hablar de lo que ha pasado. Más bien piensas que lo mejor es esperar a que se calme la tempestad, dejar pasar el tiempo, esperar unos días y hacer como si nada. Tu idea es intentar volver a la normalidad a raíz de alguna situación que se presente en la que saques otro tema, ver cómo reacciona ella y si sigue un poco la corriente tirar adelante sin volver a hablar de lo que motivó el enfado. Me preguntas si es buena idea y te digo que no. 

Entiendo tu miedo a una nueva bronca y entiendo también que no quieras prolongar demasiado tu vida en el polo. No tienes vocación de pingüino.

Pero hacer como si nada es una mala estrategia. Si no volvéis a hablar de ello, “ello” surgirá más adelante en una nueva bronca, aunque no tenga nada que ver, arrasándolo todo.

Dices que ella te quiere, aunque esté enfadada y entiendo que si tú me cuentas todo esto es porque la quieres. Estás enfadado, pero todavía la quieres. Todavía. Si os aplicáis con un poco de empeño en esta estrategia de bronca, distancia y no volver a hablar del tema todo esto acabará por ahogar vuestro amor. 

Ya sé, porque me lo has contado con pelos y señales, que estás completamente seguro de que tienes la razón. No lo discuto. Si las cosas son como las cuentas, tienes prácticamente toda la razón. Es normal que te hayas enfadado. Desde luego ella tiene el 99% de la culpa, no lo niego. 

Ahora déjame dar un pasito adelante, si ella tiene el 99% de la culpa, convendrás conmigo en que tú tienes el 1%, sé que es poco, pero ¿cuál dirías que es tu 1%? Piénsalo. Es una cosa pequeña, el 1% frente al 99%, pero piensa en ello y sé honesto. Si tú dices que ella tiene el 99% de la culpa, a ti te corresponde el 1%. ¿Cuál es? No, no estoy intentando hacerte la trece catorce. Solo quiero ayudarte a salir del atolladero en el que estáis.

Si ya has pensado cuál es tu 1% acércate a ella y díselo, dile cuál es tu 1%. Puedes decirle algo así como “oye, respecto de lo que pasó el otro día quiero que sepas que me equivoqué al hacer… (póngase aquí tu 1%)”

Ojo, que te conozco. Prohibido decir “oye, respecto de lo que pasó el otro día quiero que sepas que me equivoqué el hacer… (póngase aquí tu 1%) pero es que tú antes, hay que ver lo que hiciste.” Esto último ahórratelo de momento. Ya habrá tiempo de decirlo más adelante. De momento vamos a intentar derretir el hielo.

Cuando le hayas dicho tu 1% observa su respuesta. No te preocupes si lo primero que asoma a su mirada es un gesto de reproche. Sostenlo. Si ella se enfoca en tu 1% no te pongas a la defensiva, acepta todo lo que sea verdad, no pases al ataque. Quizás así, bajo el blanco hielo empiece a aparecer alguna pequeña brizna de hierba verde.


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