¡Bendita paradoja!

 ¿Los adolescentes son insoportables o encantadores? Este verano escuchaba a Jaume Funes, un auténtico sabio, hablando de cómo acompañar la adolescencia hoy. Me resultó interesantísimo. Hubo una expresión que me llamó la atención, me hizo pensar dándole vueltas durante todo el verano hasta parir esta pequeña reflexión que hoy les comparto.

Comentó Funes refiriéndose a los adolescentes que eran encantadoramente insoportables. Automáticamente se produjo una risita de asentimiento entre el público, que se sintió identificado con esa expresión. Me llamó la atención tanto la expresión como el asentimiento del público.

Los que hemos transitado por la adolescencia de nuestros hijos, hemos acompañado a padres de adolescentes o hemos trabajado con adolescentes, sabemos que a veces te dan ganas de estrangularlos, por ejemplo, cuando miras el desorden de su habitación, traen las notas del instituto o te dicen “ya voy” y no van. Otras veces te dan ganas de abrazarlos, como cuando responden con humor a una situación, te piden un consejo o ves cómo se plantean el futuro. Y hay veces que te entran unas ganas enormes de estrangularlos mientras los abrazas. Es decir, abrazarlos con una mano y estrangularlos con la otra, algo así.

Qué curioso. No es una cosa muy frecuente en la vida experimentar, en el mismo momento, impulsos tan opuestos. Estamos acostumbrados a experimentar una sola emoción respecto una situación concreta, con una cierta coherencia entre cómo juzgamos una situación, nuestra reacción emocional y lo que hacemos al respecto. Por ejemplo, un vecino me ha hecho una faena, estoy enfadado con él y no le saludo cuando me cruzo con él en el portal. Por poner otro ejemplo, un compañero de trabajo me ayuda con una cosa, me siento agradecido y le llevo un pequeño detalle para expresárselo. Sean emociones más o menos agradables hay una coherencia. Estamos habituados a ello y nos encontramos cómodos ahí.

En ocasiones la situación no es tan coherente y experimentamos sensaciones encontradas. Un ejemplo ya comentado son los adolescentes: encantadoramente insoportables. A veces mi pareja es deliciosamente desquiciante. O un compañero de trabajo es perezosamente cumplidor. O ante la enfermedad larga y sin cura de un familiar aparece el deseo de que la muerte alivie su sufrimiento y el propio, al tiempo que quiero que continúe vivo.

La reacción que experimentamos ante estas paradojas es incómoda porque nos resulta difícil establecer cuál debe ser nuestra postura: ¿soy firme con mi hijo adolescente o comprensivo? ¿mando a freír espárragos mi pareja o me acerco a ella? ¿Me alegro cuando me toca trabajar con mi compañero o me cabreo? ¿Vivo con alivio la muerte esperada de ese familiar o me puede la tristeza de una pérdida indeseada?

La paradoja es una expresión aparentemente contraria a la lógica. Aparentemente. Ahí está la clave. Si examinamos con detenimiento la realidad se puede ser encantador e insoportable al tiempo. O experimentar alivio y tristeza. O que me saque de quicio alguien que es una delicia de persona.

La cuestión es que la paradoja produce una tensión a la que no estamos acostumbrados y que tratamos de eliminar quedándonos con uno de los elementos y minimizando el otro, con la esperanza de que la reducción de la tensión nos proporcione una mayor coherencia y, salir así de la incomodidad.

Intentar resolver la paradoja es un error. La paradoja nos ayuda a asomarnos al misterio de la vida y contemplarlo. Un misterio que no llegamos a comprender y que nos produce asombro y vulnerabilidad a partes iguales. Cuando somos capaces de contemplar y sostener la paradoja sin resolverla, descubrimos que no siempre somos coherentes y que no siempre llevamos las riendas. Al contemplar la paradoja crecemos, nos hacemos más sabios, más comprensivos, menos dogmáticos. Porque la paradoja tiene algo de síntesis, de formar un compuesto partiendo de sustancias más sencillas. De insoportable y encantador surge un encantadoramente insoportable. De aliviado y triste nace tristemente aliviado. De firme y comprensivo sale comprensivamente firme. De esa manera, la síntesis nos acerca más a la verdad de las cosas y nos ofrece una guía para orientarnos ante algunas situaciones.

Publicado en Iglesia en Valladolid en octubre de 2024

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