La comunicación no sirve para evitar los conflictos

    


Una de las ideas que más daño han hecho a las relaciones de pareja es eso de que la comunicación es una herramienta para llegar a acuerdos y resolver conflictos. La terapia de pareja clásica contribuyó a extender esa idea, ya que era uno de los tres ejes sobre los que actuaba: entrenamiento en comunicación, en negociación y en resolución de conflictos.

    ¿Por qué es una de las cosas que más daño han hecho? Porque ha extendido la creencia de que, si hablamos de un tema y llegamos a unos acuerdos, los vamos a cumplir y así se acabarán los problemas. Ha generado la expectativa de que, hablando las cosas, se previenen y evitan los conflictos. Cuando la realidad es que eso no pasa.

    La realidad más bien se parece a esto: hablamos de nuestros problemas, si estamos en una buena situación, somos capaces de expresarnos y de escuchar; en el mejor de los casos hasta nos ponemos de acuerdo en lo que tenemos que hacer de ahora en adelante. Empezamos con ganas renovadas y cuando queremos darnos cuenta hemos vuelto a caer en lo mismo. Como la mayoría de las personas no tiran la toalla a las primeras de cambio, este ciclo se suele repetir varias veces.

    Si nuestra expectativa era que hablando lo íbamos a resolver y ya no volveríamos a tener ese conflicto, nos frustramos. Nos invade una sensación de estancamiento, de dar vueltas a un círculo en el que no avanzamos. Cuanto más se vuelve al mismo tema, uno se siente más herido. Y aparece, como un intento de solución, dejar de hablar del tema, para evitar sentirse tan mal. ¿Para qué volver a hablarlo? nos preguntamos, si realmente no va a haber ningún cambio, si las cosas van a seguir igual que siempre…  Disminuyen las muestras de cariño, el buen humor empieza a esfumarse, la incomprensión crece. Y comienzan dos caminos que transcurren paralelos y una fuerte sensación de soledad. Resignación y distancia.

    La comunicación no sirve para evitar los conflictos. Hablar no sirve para que las cosas cambien. Ponerse de acuerdo no sirve para avanzar. Para avanzar sirve el compromiso decidido de uno mismo por cambiar aquellas cosas que hacen daño al otro. Y ese compromiso, aunque puede ser innegable, suele ser lento, tener recaídas, ser imperfecto... 

    La comunicación sirve para entender lo que hace daño al otro, para comprender cómo se ha sentido, pero no evita que vuelva a pasar aquello que le ha hecho sentir así. Un estudioso de las relaciones matrimoniales que ha analizado matrimonios minuciosamente a lo largo de los años, afirma que la mayoría de los conflictos matrimoniales (lo cifra en casi el 70 %) son irresolubles, es decir, que no se solucionan nunca. Vamos, que, si observas a una pareja a lo largo del tiempo, los temas de los que discuten, las cosas con las que se sacan de quicio mutuamente, son las mismas dos años después de casarse, que veinticinco años después o cincuenta… 

    Esto no quiere decir que ese matrimonio esté abocado a la ruptura. Se puede tener un matrimonio feliz sin llegar a resolver todos esos temas. Pero para ello es imprescindible tener en cuenta que la comunicación no es la forma de evitar los problemas, sino la forma de expresar que el otro me importa en medio de los problemas, que me interesa su punto de vista, que quiero compartir el mío con él. Desde esa perspectiva a veces la conversación tendrá un tono agrio. No siempre será amable. Otras veces estará llena de humor. A veces buscará una solución. En ocasiones pondré más énfasis en cómo estoy yo. Otras, seré más capaz de escuchar cómo estás tú… Sin renunciar a la comunicación, como manera de expresar que eres importante para mí. Es la manera de mantener a flote el amor sin que lo ahoguen las diferencias.

    La comunicación no sirve para arreglar nada, no evita los problemas. Más bien es la forma de expresar al otro que me importa en medio del conflicto. Que, aunque tengamos puntos de vista diferentes, aunque no lleguemos a entendernos, no dejo de intentar hacerlo, no dejo de intentar explicarme, no renuncio a escucharte. No para arreglar nada, sino para expresar que te quiero.

Publicado originalmente en Iglesia en Valladolid en noviembre de 2022

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