Para intentar entender al otro empieza por entender que es otro.

    Hay palabras que se ponen de moda: resiliencia, autoestima, empoderamiento, empatía… Cuando una palabra se pone de moda, se expande un significado vago, con connotaciones generalmente positivas y se convierte en una cualidad a la que todo el mundo debe tender.

    Tener empatía parece una obligación imprescindible para cualquier relación, especialmente en el matrimonio. Pero la empatía está sobrevalorada. La Real Academia Española la define como el “sentimiento de identificación con algo o alguien” y como “la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”. Pensemos si nos resulta sencillo identificarnos con los sentimientos de nuestra pareja, o más bien la mayoría de las veces los contemplamos como contemplaríamos a un marciano recién salido de un platillo volante. “No entiendo por qué se pone así”, “yo reaccionaría de una forma completamente distinta a ese caso” …, pues claro.

    Los psicólogos que intervenimos en temas de pareja hemos seguido a veces una técnica de comunicación que consiste en que un miembro de la pareja repita la última frase que ha dicho su pareja cuando le expresa algún aspecto íntimo. Por ejemplo, si él le dice a ella “me siento desplazado cuando tienes más confianza con tu hermana que conmigo”, ella tiene que responder “entiendo que te sientes desplazado cuando tengo más confianza con mi hermana que contigo”. Y puede que repita perfectamente la frase, pero qué va, no entiende nada. Para ella, contarle cosas a su hermana que no le cuenta a su marido es lo más normal del mundo y no entiende que él se sienta mal cuando pasa eso.

    Es como si nos aprendemos de memoria unas frases en alemán sin tener ni idea de alemán. Podemos repetirlas a la perfección, pero tienen muy poco sentido para nosotros. Somos incapaces de introducir la mínima variación en ellas si las circunstancias cambian. Como herramienta comunicativa son limitadísimas.

    Es difícil entender cómo vive el otro las cosas. Puedo observarlo y analizarlo, pero entender son palabras mayores. Entender supone no solo tener una idea clara de cómo vive el otro las cosas, sino penetrar en el significado profundo que tienen para él. Y ser capaz de mostrar que comprendes ese significado de un modo afectuoso y que llegue amorosamente al otro.

    La razón por la que esto es tan difícil es porque cada uno reaccionamos con sentimientos muy diferentes a situaciones muy similares. Además, cada uno reaccionamos de una forma muy diferente a nuestros propios sentimientos. Es decir, la forma en la que sentimos nuestros propios sentimientos es muy diferente. ¿Se aprecia el triple salto mortal con tirabuzón que hay que hacer para entender realmente al otro?

    La cosa aún se complica más si le añadimos la idea de que la empatía es tratar al otro como te gustaría que te trataran. Esa idea sirve si hablamos de grandes principios: ¿cómo me gustaría que me trataran?: con amor. Hasta ahí es fácil ponerse de acuerdo. Pero si tratamos de concretar eso, la cosa se complica. 

    Para uno, que le traten con amor quiere decir que, si está enfadado con el otro, le dejen tranquilo mirar cualquier bobada en la televisión y no le insistan en tener una conversación sobre por qué está enfadado hasta dentro de dos o tres días. Para el otro, que le traten con amor quiere decir que, si está enfadado, el otro venga a preguntarle por qué está enfadado y quiera hablar del tema. Si cada uno trata al otro de la manera en la que a él le gustaría que le trataran, el problema aumenta.

    Si te cuesta entender a tu pareja no pienses que estás condenado a vagar desterrado de la tierra de lo psicológicamente correcto, hay esperanza para ti. Empieza por olvidarte de entender al otro y concentra tus esfuerzos un objetivo un poco más modesto, pero igualmente útil e importante. Se trata de entender que el otro es otro. Que vive las cosas de otras formas. Que tiene sus propias reacciones y no las que a ti te gustaría que tuviera, ni las que tendrías tú en su misma situación. Que es diferente a ti y que precisamente ahí está la gracia.

Publicado originalmente en Iglesia en Valladolid en febrero de 2023.

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