¡Actualízate!
Vivimos en una época de constantes cambios o un cambio de época, no lo sé bien. Cuando los de mi generación estudiábamos las capitales del mundo nos aprendíamos las de Yugoslavia, Checoslovaquia, la Unión Soviética... Cuando he ayudado a mis hijos a estudiarse las capitales del mundo me he tenido que aprender la de países como Eslovenia (Liubliana), Eslovaquia (Bratislava) y Kazajistán (Astaná), países que hace años no existían.
El ámbito en
el que más percibimos el dinamismo de los cambios es en la tecnología. Los
ordenadores, los móviles y otro tipo de dispositivos electrónicos cambian sin
cesar. Un día te levantas por la mañana y la aplicación del teléfono ya no es
igual que el día anterior y cuando quieres descolgar una llamada resulta que la
cuelgas porque han cambiado la dirección de descolgar, en fin. Hay un interés
económico en que esto sea así y se fabrican productos que duren poco, pero
también es un signo de nuestro tiempo el dinamismo creciente. Por eso hay que
actualizarse. Y puedes protestar porque las cosas cambian y porque a ti te
gustaría que la tecla de descolgar y el pasillo de la leche en el supermercado
estén siempre en el mismo sitio, pero el dinamismo es un signo de los tiempos.
Se
actualizan las cuotas de las hipotecas porque cambia el Euribor. En nuestras
profesiones necesitamos actualizarnos porque ha salido un nuevo programa
informático que hay que saber usar o una técnica nueva que hay que aprender.
Actualizamos nuestra foto de perfil en el guasap porque ya llevamos mucho
tiempo con ella… Actualizar, actualizar, actualizar.
Pero ¿y
nuestro matrimonio? ¿Está actualizado?
A veces uno
escucha decir…
- “Él (o
ella) ha cambiado, no es como cuando éramos novios”
- ¿Hace
cuánto os hicisteis novios?
- “Diez
años”
Hombreeeeee…
¿Qué esperabas? Te casaste con una persona, no con la estatua de Zorrilla. Esa
sigue exactamente igual que hace años. Le cambian el entorno, es verdad, pero
la estatua sigue igual.
Pero tu marido o tu mujer, es imposible que
siga igual que cuando os hicisteis novios o que cuando os casasteis… En primer
lugar, es físicamente imposible no cambiar porque el paso del tiempo va dejando
sus huellas. Pero es que la vida también va dejando sus huellas y va haciendo
que las personas cambiemos nuestra manera de actuar y de pensar, nuestras
relaciones, nuestras prioridades. Es imposible mirar un tramo de tiempo un poco
amplio de nuestra vida y no percibir cambios. Ya no te digo nada si tienes
hijos, el paso del tiempo se hace evidente cada vez que les tienes que comprar
ropa porque los tobillos les asoman por debajo de los pantalones y las muñecas
por las mangas del jersey.
Si
es imposible no cambiar, hay que preguntarse si conocemos los cambios por los
que pasa nuestra pareja y si estamos actualizados respecto a lo que pasa por su
vida. ¿Cómo le impactan las últimas cosas que le han pasado? ¿Los últimos
cambios en su trabajo? ¿Las últimas decisiones que ha tomado?
¿Cómo
actualizarse en este sentido? La primera regla es saber que hay cambio. No
asustarse de él. No mirar el cambio como un enemigo sino como la consecuencia
lógica de estar vivo.
La
segunda regla es estar dispuesto a escuchar. No se trata de dirigir el cambio
del otro o de imponerle los cambios que yo considero que le vendrían bien, sino
de acompañarle en medio de la vida y en medio de los cambios, para que sea él
mismo quien lleve las riendas de ellos.
Y,
la tercera, hace falta buscar un momento al día para “conectarse” al otro y
poder intercambiar esa información. Muchas veces los pequeños cambios serán
imperceptibles, pero si disponemos de espacios en los que conectarse el uno al
otro y compartir cómo ha ido el día, qué ha pasado en tal relación, cómo van
las cosas en tal proyecto o en el trabajo, podremos ir acompañándolos e
integrándolos en la relación y podrán nutrir la mirada positiva sobre el otro.
Si todo en la vida se actualiza, ¿cómo no actualizarse sobre lo que pasa por la
vida de aquel con quien la comparto?

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