Esta procesión saldrá hoy (aunque llueva)

Porque sale todos los días del año, haga el tiempo que haga, a las once de la mañana. El hombre, cumplidos ya los ochenta años, coge con prudencia el coche y enfila la carretera que lleva al pueblecito en el que está la residencia de ancianos. Allí está, desde hace algo más de dos años, su mujer. Los primeros síntomas del Alzheimer le pillaron desprevenido. Al principio notó algunos despistes. Más adelante comportamientos extraños. No entendía qué le pasaba a su mujer, por qué se comportaba así. A veces se enfadaba con ella. Cuando, por fin, llegó el diagnóstico se preocupó, pero tiró adelante con decisión. Juntos habían pasado muchas dificultades, pasarían también ésta. La cuidó, la lavó, la acompañó a los médicos, la atendió durante tres años en casa. En ocasiones se desesperaba con ella, especialmente cuando después de un momento de lucidez que suponía un pequeño respiro, llegaba un momento de extravío que actualizaba su sufrimiento. Siguió queriéndola como en l...